Se puede
presentar como una infección aguda de progresión rápida, pero también
como una enfermedad subaguda o crónica con febrícula y síntomas
no específicos que pueden despistar o confundir la evaluación
inicial.
Hasta un 90% de los pacientes presentan fiebre, a menudo asociada
con síntomas sistémicos de escalofríos, pérdida de apetito y pérdida
de peso. Se detectan soplos cardiacos en hasta un 85% de los pacientes.
Hasta un 25% de los pacientes sufren complicaciones embólicas
en el momento del diagnóstico.
Ecocardiografía
La ecocardiografía, ya sea transtorácica (ETT) o ETE, es la técnica de
elección para el diagnóstico de la EI y tiene un papel esencial en el
manejo y la monitorización de estos pacientes. La ecocardiografía
puede realizarse en cuanto exista sospecha de EI. La ETE tiene que
hacerse en caso de ETT negativa cuando haya un alto índice de sospecha
de EI, sobre todo si la ETT es de calidad subóptima. La ETE también
debe realizarse a pacientes con ETT positiva para descartar complicaciones
locales.
Hay tres hallazgos ecocardiográficos considerados principales criterios
diagnósticos de EI:
- Vegetación
- Absceso o seudoaneurisma
- Nueva dehiscencia de una prótesis valvular
Hemocultivos:
Se
debe tomar al menos tres muestras de sangre a intervalos de 30 min, cada una de 10 ml de volumen, que hay que incubar en atmósferas
aeróbicas y anaeróbicas. Cuando se haya identificado un
microorganismo, se debe repetir los hemocultivos después de 48-72 h
para probar la eficacia del tratamiento.
La EI con hemocultivo negativo
puede ocurrir en hasta un 31% de todos los casos de EI y a menudo
plantea un número considerable de dilemas diagnósticos y terapéuticos.
La EI con hemocultivo negativo suele aparecer como consecuencia
de un tratamiento antibiótico previo, por lo que es necesario
retirar la terapia antibiótica y repetir el hemocultivo.
Cuando todas las pruebas microbiológicas sean negativas, se debe
considerar sistemáticamente un diagnóstico de endocarditis no infecciosa
y realizar pruebas para anticuerpos antinucleares y síndrome
antifosfolipídico (anticuerpos anticardiolipina —inmunoglobulina [Ig]G— y anticuerpos anti-β2-glucoproteína 1 [IgG e IgM]). Cuando todas
las demás pruebas sean negativas y el paciente lleve una bioprótesis
porcina y tenga marcadores de respuesta alérgica, se debe buscar
anticuerpos antiporcinos.
Criterios diagnósticos:
Esta clasificación tiene una sensibilidad general de aproximadamente
el 80% cuando los criterios se evalúan al final del seguimiento de los
pacientes en los estudios epidemiológicos. Sin embargo muestran menos precisión para el diagnóstico
precoz en la práctica clínica, particularmente en el caso de endocarditis
en válvula protésica (EVP) y EI por cable de marcapasos o desfibrilador,
para las que la ecocardiografía es normal o no concluyente en
hasta un 30% de los casos.
Pronostico:
La tasa de mortalidad hospitalaria de los pacientes con EI varía del
15 al 30%. El pronóstico de la EI está influido por cuatro factores
principales: las características del paciente, la presencia o ausencia
de complicaciones cardiacas y no cardiacas, el microorganismo infeccioso
y los hallazgos ecocardiográficos.
En resumen, la valoración pronóstica al ingreso puede realizarse
usando unos parámetros clínicos, microbiológicos y ecocardiográficos
simples y debe usarse para seleccionar la mejor estrategia inicial.
Los pacientes con hemocultivos positivos persistentes después de
48-72 h del inicio del tratamiento antibiótico tienen peor pronóstico.
Terapia antimicrobiana:
Tratamiento empirico:
El tratamiento de la EI debe iniciarse inmediatamente. Hay que
extraer tres series de hemocultivos a intervalos de 30 min antes de
empezar la terapia antibiótica. La elección inicial del tratamiento
empírico depende de varias consideraciones:
1. Si el paciente ha recibido terapia antibiótica previamente.
2. Si la infección afecta a una válvula nativa o a una protésica (y si es
así, en qué momento se realizó la cirugía —EVP temprana frente a
tardía—).
3. Lugar de la infección (extrahospitalaria, EI nosocomial asociada a
procedimientos diagnósticos y terapéuticos o EI no nosocomial) y
conocimiento de la epidemiología local, sobre todo en cuanto a la
resistencia a los antibióticos y patógenos específicos con hemocultivo
verdaderamente negativo.
4. La administración de cloxacilina/cefazolina se asocia a tasas de
mortalidad más bajas que otros betalactámicos, como amoxicilina/
ácido clavulánico o ampicilina/sulbactam, y la vancomicina para
el tratamiento empírico de la bacteriemia/endocarditis por
S. aureus sensible a la meticilina.
Indicaciones cirugia:
Aproximadamente la mitad de los pacientes con EI precisan tratamiento
quirúrgico debido a complicaciones graves. Las razones para
considerar una cirugía precoz en la fase activa (es decir, cuando el
paciente todavía está en tratamiento antibiótico) son evitar la IC progresiva
y el daño estructural irreversible causado por la infección
grave y prevenir la embolia sistémica. Se recomienda realizar una consulta temprana con el cirujano cardiaco
para determinar la mejor estrategia terapéutica.
Recurrencias: recaida y reinfección
El riesgo actual de recurrencia entre los supervivientes de EI varía
entre un 2 y un 6%. Hay dos tipos principales de recurrencias: la
recaída y la reinfección. Aunque no se diferencian sistemáticamente
en la literatura, el término «recaída» se refiere a un episodio repetido
de EI causado por el mismo microorganismo, mientras que «reinfección»
describe una infección causada por un microorganismo diferente.
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